COPYWRITING PARA EMPRESAS ADULTAS

El Profe Cono Naranja fue por afano el más flojo que tuve en mi vida, y así y todo, sin proponérselo, me enseñó la mejor lección de ventas

Antes de revelarte la lección de ventas que cambia el rumbo de cualquier negocio, empresa o marca personal que la aplique, quiero contarte quién era el profe cono naranja.

Los inspectores de tránsito cuando quieren marcar por donde tienen que ir los autos ponen un cono naranja.

Bueno, este Profe era eso, un Cono Naranja.

Este tipo no hacía ni sabía nada. Es más, ni se calentaba en disimularlo.

La cuestión es que ese día, al profe cono naranja le brotó por encima del ojo derecho una vena roja furiosa descomunal.

Te cuento rápido.

En los recreos de aquella escuela eran habituales los partidos de fútbol y sus consecuentes pelotazos en el portón.

Y se ve que ese día, al profe cono naranja no le gustó nada los pelotazos que metimos porque descargó su ira dando a los gritos un discurso irracional, absurdo y aburrido.

 

Te soy sincero.

No entendí nada.

Me molestan mucho los gritos, y aquel día, mi cerebro frente a ellos se apagó. Se puso en modo reserva de energía.

 

Nunca contemplé al grito como un medio para conseguir algo positivo del otro. Hoy sigo pensando igual.

Gritar es sinónimo de impotencia, de incapacidad, de un fanático político.

 

Sigo.

Cuando el profe cono naranja se dio cuenta que mi cuerpo estaba ahí, pero mi mente no, se enfureció mucho más.

Y la vena, por supuesto que, aumentó de tamaño.

 

Entonces, el tipo se paró enfrente mio.

Me miró serio.

Y me largó la pregunta que hasta el día de hoy me la repito cuando creo que estoy estancado:

 

—Es con ellos o con nosotros —me dijo mientras señalaba al grupo inquieto del curso. —Elegí ahora.

 

Y acá viene la lección de ventas que me dió el cono naranja sin proponérselo.

 

Hasta ese entonces nunca me había planteado decisiones profundas, pero había llegado el momento de tomar la primera. Ser un quieto y obediente de cualquier capricho ajeno y futuro cono naranja.

O ser un inquieto.

La respuesta estaba clara.

 

Ser inquieto…

Es hacer sin que importe la mirada u opinión ajena.

Es proponer y probar nuevos enfoques. Si funcionan, sigue. Y si no funcionan, corrige y sigue.

No se queda pensando en si hubiera hecho tal o cual cosa. Lo hace. Nunca se va a lamentar porque no lo intentó.

 

Por supuesto que un inquieto no se va a tirar de un avión sin paracaídas.

Eso es de necio. De un trastornado.


Un Inquieto vive. Respira. Se mueve.
Escribe.
Escribe para vender.

Huevo inquieto que vive

«¡QUÉ HIJODEP…! MIRÁ LO QUE ESCRIBIÓ»

Mínimo, el lector de tus correos tiene que pensar esto.

Un texto vende si provoca una emoción y esto solo se consigue sacudiendo la mente del lector.

Es imprescindible mostrarle a tu cliente potencial dónde va a estar si te eligió; o peor, si no lo hizo.


Hablar de sus dolores y de la solución, de lo que puede conseguir si actúa ahora o si lo hace más tarde, de cómo su vida puede cambiar si realiza tan solo un movimiento.

Todo esto sirve para mover alguna emoción interna que luego se transforma en ventas.

 

Estoy seguro de que ya estás cansado de escuchar esto, pero tengo que hacerlo, somos seres emocionales que justificamos las decisiones con argumentos lógicos.

Hablar difícil, en modo técnico, en tono informativo, en modo AM, aburre.

Enoja.

Espanta a la gente y por lo tanto, no vende.

Por eso, tus correos deben provocar, al menos un insulto como el de arriba.

 

Mi nombre es Nahuel Moreno, y soy copywriter.

Un gusto.

AUNQUE NO LO CREAS...

La obligación número uno de un copywriter es generar ingresos, por ejemplo, en tu cuenta bancaria si trabajamos juntos.

Ahora, si lo hago con tu competencia, los ingresos irán a la cuenta de ellos.

Con esto en claro.

Y como me dijo el Profe Cono Naranja…

Vas a tener que tomar una decisión...

Todos los días envío una sugerencia de copywriting que podés aplicar en los textos de tu empresa.

Y también contratar los servicios de copywriting, pero todo desde acá adentro.

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